¡Salvemos
la Navidad!
Mi mesa, desde la
que siempre escribo, está frente a una gran ventana y desde ella veo
el cielo que hoy se ha tornado en gris.
Tendría que estar
escribiendo y sin embargo estoy pensando.
Pensando en que no
hago mas que escuchar estos días. “¡Salvemos la Navidad!”.
Y me estaba
preguntando. ¿Qué Navidad?.
• ¿La de las
compras compulsivas?
• ¿La de los
encuentros verdaderos?
• ¿La de las
cenas que acaban en zafarrancho?
• ¿La de la
tierna y dulce mirada infantil?
• ¿La de la
tristeza de quien no puede comprar a sus hijos un regalo, por barato
que sea?
• ¿La de los que
usan esos días para viajar a un destino exclusivo?
• ¿La cristiana
que interioriza los días que se viven?
• ¿La de las
cenas de empresa?
• ¿Tú navidad,
vuestra navidad o la mía?
¿Qué significa la
palabra SALVAR según la RAE?
Primera acepción,
librar de un riesgo o peligro, poner en seguro.
En serio, ¿la
Navidad está en peligro? O lo que está en verdadero peligro en todo
el mundo son miles de vidas. Y, puede alguien decirme ¿como se pone
hoy en día fuera de peligro “la Navidad”?
Segunda acepción,
evitar un inconveniente, impedimento, dificultad o riesgo.
¿Y? ¿Qué metemos
a la Navidad en una urna? De esa forma la aislamos… ¿ Están
llamando algunos “inconveniente" al maldito virus?
Tercera acepción,
exceptuar, dejar aparte, excluir algo de los que se dice o se hace de
otra u otras cosas.
Pues vale, que
quieren decir que hablemos del Covid19 pero por favor, excluyamos la
Navidad de tan vulgares conversaciones, en fin… Que apartemos la
Navidad ¿de donde?.
Tenemos una cuarta
acepción que significa exculpar.
Bueno, bueno, aquí
tenemos mas miga. Ya veremos pero creo que esta acepción está
totalmente descartada.
Tenemos científicos
que apuntan que en las estaciones de esquí centro-europeas el virus
campaba a sus anchas en la vacaciones de navidad de 2019. Así que
salvarla en este caso no se yo, ¡eh!.
La quinta acepción,
mira ésta está muy bien, vencer un obstáculo, pasando por encima o
través de él.
¡TOMA! Ya me veo yo
a la Navidad, subida en un maravilloso trineo tirado por renos y
sorteando el coronavirus, eso si, no se yo donde aterrizaría.
Pasando a través no lo veo yo tampoco porque todos hemos aprendido
que tenemos que respetar la distancia de seguridad.
La sexta acepción
habla de recorre la distancia que media entre dos lugares.
¿De que distancia
hablamos, que distancia tiene que salvar la Navidad?
Séptima, octava,
novena, décima, undécima, decimosegunda, decimotercera. BLA, BLA,
BLA...
También está el
"Sálvese el que pueda". Aquí se incita a la desbandada
cuando es difícil hacer frente a un ataque.
¿No será esto lo
que tienen algunos en mente? No, seguro que no.
Llegados a este
punto solo quiero expresar que me revienta sobremanera cuando una
palabra o frase se pone de moda y se repite una y otra vez por
políticos, periodistas, gente de a pie y hasta por tu vecino del
quinto, en caso que vivas en comunidad y tenga cinco alturas el
edificio donde vives.
¡ Ya está bien! Si
tenemos que salvar que sea a las personas. Salvemoslas de la propia
enfermedad y de sus consecuencias, las mas cercanas y las que veremos
a medio plazo.
En todo caso, que se
hable abiertamente de salvar la economía en fechas navideñas pero
entonces que se aprenda a llamar a las cosas por su nombre.
Para ti, ¿qué es o
era la Navidad?
Para mi depende,
cuando era niña pasaba las vacaciones con mis padres, mis abuelos,
con mis tíos, en un pueblo serrano cercano a Madrid. Eran días de
reencuentros, de dulces, de panderetas y aguinaldos.
De cenas donde no
había mesa para tantos platos.
La noche de Navidad
era noche de cenar si pero, también de cantar y cantar.
Noches de abrigarse
y de ir de casa en casa de familiares. Allí te invitaban a sentarte
al brasero de la mesa camilla, siempre con la expresión, "ven,
arrimate al brasero que hace frio en la calle".
Y sacaban los dulces
y el anís, y se cantaban villancicos y las casas se convertían en
escenarios donde todos eran artistas. Unos tocaban el pandero, otros
la zambombas, las panderetas las tocábamos los mas pequeños y
siempre había una abuela en cada casa que decía:
_Repartiros el anís
y dejarme vacía la botella.
Y allí estaba tu
abuela que se arrancaba a tocar esa botella de anís que rasgaba con
una cuchara y como si la hubiesen dado cuerda se ponía a cantar
dibujando en su vieja cara LA FELICIDAD.
Porque para ellas,
para las abuelas, para los abuelos, era Navidad y quizás el día mas
especial del año. Cuando se juntaban con aquellos que nunca venían
al pueblo. Cuando se comía un dulce que no fuera un caramelo o un
trozo de pan con aceite y azúcar. Donde el mazapán se terminaba y
no como ahora que da vueltas durante días después de pasadas las
fiestas.
Para ellos, aquellos
que vivieron la guerra, la pobreza y la tristeza esos días eran
siempre de tregua.
Las lagrimas no
recorrían las arrugas de las abuelas que el resto del año lloraban
las ausencias.
Es más, eran días
de quitarse delanteres, nada de recogerlos a la cintura, no. Se
quitaban y guardaban y se sacaba el broche guardado en una pequeña
caja, en el fondo de un cajón, y se ponía en la solapa de ese
abrigo que no se usaba.
Porque hubo un
momento que en España, un buen abrigo de paño duraba toda la vida y
se guardaba para momentos especiales y sin duda, en aquellos años la
Navidad lo era.
Días donde los
pendientes guardados relucían en las cabezas de nuestras abuelas,
era noche de moño y sin pañuelo.
Y ahora me digo,
¿qué quieren que salve? Cuando ahora me repiten esa frase de forma
tan machacona.
Yo este año salvare
mi navidad y como en los últimos 10 años, pasado el 25 de diciembre
saldré con la autocaravana a la montaña. ¡Bien alto! Y en la
mayoría de la ocasiones en solitario.
Convertiré los
fríos días de diciembre en días de caminatas.
Serán tardes en la
autocaravana de lectura, escritura y juegos de mesa.
Días de diciembre
donde el frio que adivinas afuera te invita a decir la repetida frase
de “estamos como en casa”.
Y al llegar el fin
de año, buscar un lugar con buena cobertura para poder llamar a tus
hijos, a tus padres, a tus seres queridos y amigos.
Nocheviejas donde
sales de la autocaravana bien abrigados y mirando a las estrellas
brindas por el nuevo año. Esas noches mágicas donde comprendes que
estar allí con tu compañero de vida es pura alegría.
¡Buena ruta!